Un reciente hallazgo paleontológico en el desierto de La Tatacoa (Huila, Colombia) ha sorprendido al mundo científico: el descubrimiento de un fósil de la que sería la segunda “ave del terror” más grande registrada en Colombia, un depredador gigantesco de casi tres metros de altura.
La pieza, apodada “Poncho”, fue encontrada en la colección del Museo Paleontológico La Tormenta, en Villavieja, y corresponde a la misma capa geológica que al fósil anterior, conocido como “Paco”. “Poncho” es aproximadamente un 15 % más grande que “Paco”, con huesos mucho más robustos y proporciones que lo distinguen como un ejemplar más compacto o corpulento.
Las estimaciones señalan que Poncho podría haber pesado unos 180 kilogramos, con una altura que rozaba los tres metros, superando por cerca de medio metro al espécimen anterior.
Estos restos amplían lo que se sabe sobre la familia Phorusrhacidae, conocidas popularmente como “aves del terror”, que fueron grandes aves depredadoras no voladoras. Hasta ahora se pensaba que estos animales se concentraban principalmente en ecosistemas de sabana y pastizales del sur de Sudamérica, pero Poncho demostraría que también se adaptaron a ambientes tropicales húmedos que existían hace millones de años en lo que hoy es el norte de Colombia.
El descubrimiento abre interrogantes sobre diversidad, coexistencia y nichos ecológicos: si Poncho y Paco vivieron en la misma capa, podría tratarse de especies diferentes, de variaciones dentro de la misma especie, o incluso de dimorfismo sexual.
Este avance no solo aporta nueva información para la paleontología colombiana, sino que también refuerza la importancia de La Tatacoa como uno de los yacimientos fósiles más significativos de Sudamérica. El estudio contribuye al entendimiento de cómo se dispersaban estas aves y cómo sus poblaciones evolucionaron en tiempo y espacio.




